El bolsonarismo, movimiento político que impactó en Brasil en 2018, está en crisis. La familia Bolsonaro, ícono de la extrema derecha en América Latina, enfrenta problemas. Jair Bolsonaro fue encarcelado por 27 años tras intentar huir del arresto domiciliario rompiendo su tobillera electrónica, simbolizando la decadencia política acelerada.

Desde la fuga de Eduardo Bolsonaro a Estados Unidos en marzo, la extrema derecha brasileña se sumergió en una espiral autodestructiva. El apoyo al tarifazo de Trump generó controversia, debilitando su base. Mientras la extrema derecha protestaba con banderas estadounidenses, la izquierda revitalizaba los símbolos nacionales. Lula da Silva ganaba popularidad resistiendo a Trump, con química evidente tras su encuentro en la ONU, sellando el declive de los Bolsonaro.

La prisión de Jair Bolsonaro representa un punto de inflexión en la trayectoria política de Brasil. La moderación emerge como una posible alternativa en la derecha, ante el colapso del bolsonarismo. La figura de Lula da Silva cobra relevancia, posicionándose como una opción sólida frente al desgaste de la extrema derecha. La situación política del país se ve alterada por esta serie de eventos inesperados, que podrían marcar un cambio significativo en el panorama político nacional.

La caída de Jair Bolsonaro conlleva una reconfiguración en el tablero político de Brasil. La contienda electoral adquiere nuevos matices, con la aparición de actores políticos hasta entonces marginados. La polarización cede espacio a un escenario más diverso, donde la moderación gana terreno. El impacto de la prisión de Bolsonaro trasciende las fronteras, generando repercusiones a nivel internacional. Brasil se encamina hacia una nueva etapa política, marcada por la búsqueda de consensos y la superación de extremismos.